"Nunca le perdoné a mi hermano gemelo que me abandonara durante siete minutos en la barriga de mamá, y me dejara allí, solo, aterrorizado en la oscuridad, flotando como un astronauta en aquel líquido viscoso, y oyendo al otro lado cómo a él se lo comían a besos.
Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y lo que a la postre determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá.
Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película..."
Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y lo que a la postre determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá.
Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película..."
Después de tantos años de inagotable persecución hacia la línea de meta, decidí la noche previa a nuestro dieciocho cumpleaños acabar con aquello. !Nunca más volvería a intentar de una manera consciente llegar antes que Pablo! Sería difícil, se trataba de algo más que un hábito.
Como cada mañana ese verano, nos acercamos a nadar al mar. Dejamos nuestras cosas en el mismo lugar de siempre, y por primera vez, conteniendo el aliento, esperé. Pablo extrañado, aprovechó bien su oportunidad y corrió hacia el acantilado y...saltó. Esa fue la última vez que vi a Pablo, !Quien lo hubiera sospechado!